Tarde o temprano y la política del engaño

 


Desde el "¡Ay, me voy a poner furioso!"... Desde la circunnavegación por la Costa Cabral, pasando por la historia de la madragoa que se ve en la orilla del río que Dios creó, ¡Lisboa está tan lejos! La corriente tirando de los cordones de mis zapatillas. Y voy a terminar en el muelle de Leixões. ¡Es mucho gasóleo! El abuelo Rodrigo solía decir: Mucha dinamita para una mecha tan pequeña. Soy como un chaimita, volviendo a la libertad por licencia, ¡una letra de cambio prestada! ¡Estoy comprometido, pero no soy tonto! Voy a hacer un curso de defensa personal y luego, por supuesto, otro de agricultura y ganadería, porque soy de abril y de estas libertades arrebatadas, de rastrillos y azadas, voy a involucrarme en la reforma agraria y expresaré a Oriente y a los ríos abajo lo que siento y lo que sienten. ¡Ese pequeño mal es una tos! ¿Qué es, qué es? ¡Exacto, todo eso, la brocheta de babero en el baño del musiquete! ¡Y no me vengas con quejas de que no tomé mi medicación, no hay inyecciones para mi dolor de culo! Y si hace frío, ¡ponte el abrigo encima o se calentará! :D

¡Ay, los descubrimientos del siglo XVI me han hecho daño (en la otra vida), todavía me duele la cadera, pero debe ser caspa o quizá asma! Y después de los honorables compromisos, mi mano cae sobre el yunque del volante del vehículo y, aunque todo me parece ridículo, el teatro, el consuelo, la pared, el ladrillo, el orinal, ¡consigo aferrarme al Titanic que aún no se ha hundido! ¡Mira, es para una retroalimentación! Y omessa, no puedo tragarme ni lo uno ni lo otro, ni con aceite de oliva de "linaje", ni con puré de patatas. Voy al fado del loco, lo que me gusta son los unicornios, porque cuando vienen de dos en dos, ¡huyo de ellos! E incluso yo vago sin rumbo. Todo siempre tiene un propósito. Excepto cuando regreso al "hotel". Allí, vago sin rumbo, mentalmente, al volante y, sobre todo, en la música, que siempre ha sido el mejor de los pronósticos. Mi planeta de sonidos es parcial. El primer CD de los seis que suenan ahora mismo es Pink Floyd. El segundo, Camel. El tercero, Leonard Cohen. El cuarto, Supertramp. El quinto, Sixto Rodríguez. El sexto, Peter Gabriel.
El álbum de Supertramp es "Algo nunca cambia". Tarde o temprano, todos se irán, tan relevante para lo que pienso, hoy en día, sobre situaciones, cosas, personas y lugares. Y mientras el barco se balancea, sobre el asfalto y los adoquines, mientras la brisa me alcanza ya en Fernão de Magalhães, yo, tal vez descendiente de sus aventuras, viajo por el Pacífico, y creo que estoy llegando al punto crucial, el llamado Estrecho (comúnmente conocido como el estrechamiento, o VCI), junto con la entrada de Júpiter en Cáncer. Lo siento, pero creo que 9. Entonces será au revoir, à tout à l heure, sayonara y mercy beaucoup, arrividerci, adiós, sin el mencionado estribillo love is amour, mein lieben, amor de mi vida. La política del engaño enigmático me ha consumido en los últimos años. El desafío me tiene en boxes y estoy navegando, aprovechando el viento (¿o es el ascensor?) de la tormenta (acción de lluvia de ideas desenchufada). Che está de acuerdo conmigo. Me quedo aquí preguntándome si en grado, tipo y número. Nunca lo sabré. En lo que a él respecta, echo de menos a mis perros y gatos. El resto no. Era cuestión de verte pronto. Sigo en vilo, balanceándome entre las náuseas del vértigo y el jet lag habitual de la marea alta.
A los veraneantes de antes y de antes, ¡les muestro el credo del Cerdito sin miedo y sin rebeldías! Besos con sabor a fresa del "je" de Cascais, y del otro que vivió en la montaña de los vientos, y de aquellos que observan la vida de los demás (que solo atrapan el maíz, el primero de los gorriones, allí en la zona de la lamprea), con prismáticos y que, sin saberlo, nos ayudan a conducir, sin pasar por el peaje, sin pasar por el monopolio, de vuelta a nuestro camino, en el tranvía de antaño, tlim tlim Areosa, ve con los dedos, directo a ese dedo (las páginas amarillas del enigma) en el medio que me queda, como apoyo, de ser de Puerto y ser de Oporto. Por mi parte, tengo esta idea: llegaré a Canedo sano y salvo, tomaré un café con Vitorino, quizás en Ilha Verde, para ver si la discoteca se ha convertido en un huerto y Hernâni está rígido e intrépido. ¡Es un verdadero fastidio querer arruinarme la vida y a mí mismo en la ruta del descubrimiento, sin miedo y sin los viejos de Restelo! ¡Mi tribu es de las estrellas! No me pillarán descalzo, solo con una camiseta amarilla.


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