Y tú y yo

 


Acostada en el presente, con los ojos húmedos, la boca amarga porque ningún té ha endulzado.
Los comprimidos tomados. Vida tomada. Sueños tragados con té. Y la esperanza, junto con la amargura, dentro de mi pecho, de impregnarme una y otra vez, el corazón. Pronto llegó la promesa que no funcionó, un niño que esperó a que la calabaza se convirtiera en un carruaje. Y que despertó al otro lado de ser una adulta, con el pelo blanco, vestida de arrugas, pero que rechazaba las penas. No quiero las heridas, todavía me niego a digerir el no, igual que el nunca más. Dentro de mí fue para siempre. Ese sería el caso. Y me dediqué a mí mismo la voz de Jon, la pronto que había escuchado una y otra vez, desgastando, descomponiendo las letras y los acordes, desmantelando todo, ahora desde el principio, otra vez, rebobinar, por favor. Y fue generosa conmigo. Sí, la imaginación es una autopista sin peaje, donde entramos sin destino y construimos países y alojamientos, aventuras que no se cumplen, excepto allí, donde no hay significados prohibidos. Y nunca dejó de existir. Excepto para ver tu pecho frente a mí, tus ojos que aquí, en esta carretera, no huyen, no niegan, no corren por todas partes, huyendo de los míos. Ni la boca ni la sonrisa, nada se escapa aquí. Entro en ella, y ya no es asfalto, sino basalto y acantilados, un cielo rasgado de azul y blanco, un sol que enmarca el árbol que tiene delante. Y me quito las gafas de sol, y en cualquier parte del camino, estás, siempre estás aquí, aquí, sin imposibilidades, sin obstáculos, sin improvisaciones, sin conjeturas y sin otros que me recuerden que en la realidad existente, en el momento en que escribo, no te alcanzo, no te toco, no puedo besarte, pero aquí dentro de este escenario nunca hay ni imposibilidades. Y finalmente, no hay nada más, hay de todo. Por eso vivo aquí, donde te tengo sin relojes, ni calendarios humanos, sin juegos mentales ni filtros estéticos, aquí estás donde siempre has estado, donde tu olfato me sigue guiando. Y perdí todo lo que teníamos, nosotros teníamos, ellos tenían, pero tú no, no sabías perder. ¿O era la vida que no me lo permitía? Las líneas en la cartografía planetaria me aseguran que Mercurio, incluso retrógrado, Marte en el mismo estado, pero para mí la combustión, Venus, el Sol, la Luna y el expansivo Júpiter están, cruzando mis pasos, chocando con tu cuerpo y no hay interludios cortos, Saturno me aseguró. No hay interregnos, pausas ni concesiones. 
Ayer saliste de mi sueño, pero el mensaje que me enviaste no fue de afirmación, aceptación o conciencia. Quedaban signos de interrogación y me parecía que nos gritabas, perdido, desorientado, exclamando que tus dudas debían ser aclaradas. Hoy, has reaparecido en el sueño. Y pasaste la noche conmigo, en ella. Y las dudas se disiparon, no hubo preguntas, solo esa sonrisa, esos ojos desiguales, solo el deleite de sentirte a mi lado, tu mano, tu brazo y esa caricia que tanto extraño. Estuviste aquí toda la noche de hoy. No tu cuerpo, sino tú. Entero. Y lo escucho de nuevo y tú y yo. Para apaciguarme antes de que vengan todas las guerras, antes de que se desenreden todas las mentiras que te alejaron de mí, antes del robo final, antes de todo y lo demás, la música trabajando como aliada en la terapia del amor que te tengo, abriendo loto para otro día frío, húmedo e infernal. Creen que me engañan. Y pretendo que lo es. Caerán todas las mentiras, las del 97, las de 2008, las de 2012 y las de 2015. Todo se romperá en este velo de Dios, a través de la voz de Jon, Un hombre concibió un momento de respuesta al sueño y sigue, y así sucesivamente, y tú y yo, y tú y yo subimos, cruzando las formas de la mañana, y tú y yo alcanzamos el sol para el río, y tú y yo subimos,  más claro hacia el movimiento, y tú y yo llamamos a valles de mares interminables, y continúo y voy a pronto, pronto oh pronto la luz, pasar dentro y calmar la noche interminable y esperar aquí por ti, nuestra razón de estar aquí. Sé que es el sueño, dime que estoy soñando, porque cuando me despierto, dos lágrimas corren por mi mejilla, la mano sostenida en mi frente que trata de eliminar la oscuridad que quedó en el bebé, te voy a dejar, ¿qué diablos confundiría un jockey dos momentos cruciales, Led Zeppelin y Sí, con mensajes opuestos? Y siento que tal vez este fue, después de todo, el mensaje que uno de nosotros envió al otro. Una burbuja de tiempo estalló en mi cara.
Y compongo, accidentalmente, los acordes que te dejaré para que los toques el día d del partido, sin igual. ¿Me voy a ir sin poder volver a verte? Neptuno se involucra en las profecías, entre mi miedo y el amor que te tengo. Tal vez sientas piedad, después de todo, por este que te amó tanto y lo que quieras decirme, ahórrate mi amor, ¡no volveré!
Mi amor, los cadáveres deben ser como los condenados, un último deseo, para guardarlos, para consolarlos en el viaje, en el viaje final. Todavía no ha llegado. ¡Pronto, oh pronto, la luz!


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