Vivir es caro

 



Pasan los días, mirando escopetas, cadáveres, francotiradores y hambre, y escuchando alarmas que despiertan el miedo a una guerra mundial, que nos hace diminutos e impotentes ante todos los que sufren. No es solo en Ucrania. En la República Centroafricana, desde 2012 hasta la fecha, se han contabilizado 8.000 muertes, entre China e India, muchas otras, etc...

Las consecuencias de la guerra ya están afectando a millones de personas. Combustible en el pedestal, el pan hoy ya ha subido a 15 centavos aquí en Peñafiel, por el alza de la harina, la luz, el gas, la carne, el pescado, los materiales de construcción, el interés, obviamente, el rayo que nos rompe a todos.

Solo estoy soltando verborrea, después de todo, cada uno tiene su propio mural para hacerlo. La ansiedad se apodera de nosotros de diferentes maneras, pero tenemos que tener una tendencia positiva hacia lo negativo. Si caen muertos al suelo, las empresas de guerra se enriquecen, las funerarias funcionan, gana la empresa de kleenex en el campo de los pañuelos, el productor de velas lo mismo, la floristería también, habrá más puestos de trabajo, los salarios seguirán la tendencia del neoliberalismo, como lo han hecho hasta ahora. Trabajas más y ganas menos. Eres un esclavo democrático. Puedes ir a Luxemburgo a llenar el coche y quedarte allí, siempre ganas mejor y parece que la democracia allí también tiene sombra y se ve. Por aquí, las pruebas médicas dicen que el cuerpo puede aguantar por ahora, el corazón es el que inspira el cuidado. ¿Qué precauciones? Sin burlas, sin ansiedad, sin miedo, sin ... Y sin embargo, mira, el corazón muestra síntomas de haber vivido más de 90 años. A pesar de todo esto, de escapar de la depresión y la medicación y de los cálculos más negativos del cardiólogo, te aseguro que la única manera de no sumergirnos es leer más, escuchar más música y, sobre todo, vivir, sentir, actuar, de acuerdo con nuestros principios.

La ironía es esta: queremos ser inmortales, pero nadie saldrá vivo de aquí. Las manifestaciones del silencio pueden aumentar la empatía y cambiar las mentalidades. Mientras tanto, no dejes de creer en los profiteroles, en los budines de Abade de Priscos, en las charlottes de manzana, en el bacalao a la plancha, en el sol, en el calor y en la lluvia tropical, en la familia cercana, cultiva guisantes y col rizada y sueña con que el mundo no se acabe nuclearmente. La vida sigue siendo lo que nos queda de este lado. Por el bien de nuestros hijos, tenemos que seguir adelante y creer.

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