Joaquín Sabina & Alma Novaes
Ensayo para la desesperación Amor de raíz.
Billete Acento Número 1 Como original.
Patria: Tuya
Introducción
Había nacido de casi nada, según atrofiado. No me había dado cuenta. Quién sabe la milésima podría ser más fiel al retrato de su nacimiento. Hora. Espacio. Y trajo una sonrisa plantada en medio de su rostro, donde ofreció dos manzanas moteadas en una mirada más cercana. Prometió un beso incumplido. Las misiones terrenales le daban sueño. Alguien había oído decir que cuando se duerme en el amor, es bueno firmar. Tal vez sea así. Tenía un letrero. Del tiempo futuro. Había nacido con una fecha posterior, pero desfasada. Nunca había agriado una relación hasta el punto de que había agotado su sonrisas o la noción de sentimiento compartido. Desarrollar el compromiso. El tiempo y el espacio me han enseñado a mirar sin necesitar, querer sin tener, amar sin tocar. Y desaprendí todo. Todo, mi amor. Estoy en algún lugar entre la puerta de un altar druida y la certeza de que no hay rodillas para huir. He pasado a tu lado, incontables veces, algunos dándose cuenta de que eras un espacio lleno,otros ni siquiera te ven. Mis muertos caminaron conmigo y me susurró alerta, atento a mis desgracias de náufrago. ¿Sabían que él se rendiría a tu abrazo?¿Que serías feliz por unos segundos? Que te perdería y que ese día el mundo sería un lugar demasiado oscuro para quedarse? Me diste flores, besos, chocolates y poesía. Tú me lo diste. No sabía qué hacer con tanto amor. Nunca me acostumbro a los presentes. Vivo con una pierna en el pasado y la otra en el futuro. Un futuro que, ahora sabemos, no sucederá.Déjame decirte, que todavía puedo, lo que me has dado. Lo que yo creció. Hoy no podía ser de otra manera. No lo permitiste. Un complemento para ti. Yo tampoco me tengo a mí mismo.
Implicación
Despertaste en mí, en ese aliento cálido y dulce de alguien que nunca dormía. Besaste un vientre cálido de cobijo y tatuado por el amor que me ofreciste a cada segundo. La voluptuosidad nació en nuestros dedos y boca. Y nuestro cansancio era rítmico. Fuiste el paisaje donde descansé de mis humores. Y traté de seguirte la poesía de los días, en la inmensa distancia. Gal cantó que la distancia no existe. Mentira. Me dolió a la kilometraje entre nosotros. Doler. Duele. Ahora alguien en la noche viene a susurrarte que el amor no existe. Pero aquí estoy. Aquí, yaciendo en los recuerdos de ti, de tu abrazo, de tu calor y protección. De tu olor. De tu voz que aún susurra baladas para calmar mis miedos. Un territorio llamado amor. Y hoy, los segundos, los decoro con tus besos que vinieron mojados a besarme los ojos y la cara, la boca y la sangre. Y sangro otro momento cuando recuerdo tu cabello descansando sobre mis manos, mi alma salvaje arrebatándote gemidos, gimiendo en el reverso de la añoranza. Agonizo. La paz era un templo construido sobre el viento y las promesas de las palabras. Cementos frágiles. Construcciones de ideas. Tu mano alisó la mía, tu inquietud fue mi inquietud. Estaba preocupado. El amor yacía en medio de nosotros y ritualizaba fuerzas y abismos. Ser tuyo era plenitud. Embriaguez. Un Estado más que civil. Si miras hacia atrás, sacudiendo el cuello de tu corazón, verás que Tua era más que una tierra plantada junto al río: TUYA, TUYA, TUYA. Todavía soy más que esta tierra, sigo siendo más que una bendita montaña, la tuya. Y me dejaste ser tuya, de una posesión sin posesión, en una entrega sin leyes ni límites. Y mañana era un tiempo del que no se hablaba. - No, no digas palabras. Que boicotean nuestro deseo de caminar por la misma playa. No germines mentiras. No digas nada. Los gestos que se sintieron en tu beso fueron suficientes para anticipar la mañana negra y fría. De tu ausencia en estado permanente.
Conclusión no concluyente
Han pasado muchos días, ni siquiera sé si siglos. Mi intuición se había desvanecido a medida que pasaban los años. Escribiste cartas sin remitente. Digo, reenviado amar. Tendrías que haber escrito: desamor. Rabia, angustia. Esos nombres combinaban mejor con mi vestido negro, con mis sedas opacas. Con mis ojos sin fondo. Secos. Vacíos y contornos del tiempo. De nuestro tiempo. Descrédito el amor. Dejé de creer en los hombres. Y si estoy muerta, amor mío, debes saber: Aquí, en mí, el amor está latente, solo lo tuyo. Creo en la eternidad. Sabré esperarte. Porque me llevas de vuelta a la época en que te amé, tan pronto como te conocí - Siempre he entrado en ti, descalza, como en casa, ¿No es eso lo que te ha demostrado mi amor? Lo mostraré de nuevo con estas palabras.
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