Tejiendo el amor y la paz del reino
Señor, ¿ha muerto mi monarca?
Y te fuiste sin decir siquiera si volverías. Fuiste sin capa ni espada, sin caballo, no llevaste nada contigo excepto tu ilusión. Dejaste tu vida aquí, la música conmigo, para mantenerme callada y una botella de añoranza, para mantenerme sin dormir. En el cielo, la estrella de Aldebarán, en mi pecho, brilla. Alrededor de nuestra casa se instaló la niebla y fue entonces cuando grité al cordero: Señor, ¿ha visto a mi caballero andante? Señor, llevo en el pecho el anhelo, ¡descúbreme, Señor, mi monarca que se perdió en la batalla! El cordero no me respondió. A pesar de mi desesperación. No es que no le importara, pero el retraso en la respuesta supone una prueba de eficacia, para derrotar a los embaucadores y a los demonios. Medimos nuestra devoción, ya sea fugaz o si surge del corazón. Eso requiere tenacidad, persistencia, esas cualidades que hacen a los maestros de la sabiduría y del tiempo. Aquella noche, los cielos llovieron presentimientos, y tu olor en mis narices me llevó a la embriaguez, al antes, a la locura de la vida, a nuestra desnudez de amantes, y empecé a escribir tu nombre en las paredes, en el suelo, en los patios, en las calles y en los escaparates, en las ventanas abiertas, en cartas viejas, en postales, en fotografías, por donde pasaban mis manos, y tu nombre vino a vivir en todas partes, tanto si subías como si bajabas, tanto si corrías como si te detenías, para que nunca olvidaras el origen del amor, para que nunca olvidaras dónde estabas, y cómo volver a casa, si era el caso.
And it was this night that I discovered that my name was the appendix of your book, that his work was, more than a promise, the miracle of life, and the Lamb of God who took the sin of the world to get me down the colossal fate, this lack of faith, and injected me a substance that was not in any pharmacy, in any laboratory, the surface of the earth, which made the surface, and to run the veins, and to run the veins and run the veins and run through the vein, that To the organs, the vitamin of flourishing, the sap of resilience, the madness of saturnine patience, your name was a balance in the mouth of a woman who took refuge in the girl, that the lamb of God who took the sin of the world showed that there was no late, and not impossible in this mission of love, because it was always the right time, the little, the little one It was amphetamine and quenched everything, all, wherever it was, and they called it elixir and forged bottles and pots, the traders, the advertisers of Hermes, and sold to the magotes of this blessed nectar, but what grew in us was the conventional, the repeated square, in my veins not, in my whole body, it was honey and molasses and the steel and the steel and the steel and the steel and the steel and the sturdy Deiro knew the whole prescription, even shared with the whole world, there was a universe of unbelievers that only believed in what they saw, the visible of the matter and the solidity of the buildings, the concrete cluster, the ephemerality of its usefulness.
Y el amor encontró espacio y ungüento en la sed y nostalgia de la mujer que decidió esperar la ola de tan grande océano de nostalgia, y en lugar del mar, que Moisés, hizo el Tsunami del arrepentimiento, y lo hizo crecer sin límites, exponente de la raíz cúbica del tamaño mínimo de la fe de todos, y aún amor, el esperma y el agua perplejos, los casuales perplejos Los de los pájaros, vagaron por las puertas e invadieron los jardines, multiplicados por mil, el Delta de los ríos y la cruz del sacrificio, el amor juntó los cielos y la tierra, estrechando el abrazo, continentes y fisuras, Ilhéus, asteroides y cometas, y la aventura del amor ganó la guerra que los hombres llevaron adelante y después de la embriaguez de la pasión, solo hay más calma y mansida, En y en los cañaverales, todos somos heridos, todos mortales, el amor no, el amor es la sustancia que abunda cuando dos rodillas fervientes se anidan y entran en comunión con el cordero. Su nombre es Amor, no destino. Su origen es la fe en el camino que ha diseñado. Y su morada es interna, en la cueva auditiva más perfecta. Y Lendas e Mitos (Emídio Rodrigues, Vitor y Óscar) me trajeron el Vento de Levante, en una escultura celta, sin Esparta, que recuerdo aquí, como una oración más en esta noche donde se repite la expresión del amor, que sea vaga, pero persistente, y que aunque suave, contamine la blogosfera, extendida al Universo, en la oración sin prisas, en la amorosa espera de tu retorno. Y que encuentres al Rey Don Sebastián (Cuarteto 1111), mi monarca depuesto.
-Señor, ¿me dio una dosis doble? Porque todavía espero el milagro del regreso del emperador a su reino. Yo soy el estopa y el ardor, la firmeza y este fuego encendido donde puedes leer tu nombre, la naturaleza y el perfume de mi señor. Su Alteza, Amor.
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