Acerca de la intervención
Hay cosas que nos molestan y personas que nos molestan, hay síntomas y señales que no vemos y patologías que permanecen ocultas hasta el final, hay muchas salidas y llegadas y recuerdos y momentos inolvidables. Y gente notable. Y canciones que son hitos y notas musicales que nos calman y otras que nos irritan. Comida que enferma, bebida que mata (el vino de Oporto, moderado en un vaso de globo caliente, no) y amor que cura. Hay de todo, e incluso hay más que eso, en cosas y personas que no conozco. No todo es mar o tierra, o fuego o aire. No es todo esto o aquello. No solo existe el bien o el mal. Por eso se inventó el neem. Se dice de cosas que no son ni carne ni pescado, de gente que no es ni de izquierdas ni de derechas, y de las citas de centro ídem. Y no solo hay apatía donde no hay adrenalina. Y ni la calma es sinónimo de descanso del estrés, ni la Navidad es un signo de conciencia alcanzada frente al amor y su vida aquí en la tierra. Y las palabras, por muy bordadas y adornadas que estén de amor, no son suficientes para mantener la paz, sino que ayudan, ¡ayudan! Y luego está la música!! Que todo cambia. Cuando permitimos que intervenga en nuestra forma de pensar y sentir la realidad.
A menudo peino el pasado, como dice el poeta António Paiva, a menudo recurro al simbolismo de las cosas que he marcado como buenas en mi vida, en busca de orientación para los tiempos venideros. El futuro nunca me ha asustado, ni lo será ahora. No le tengo miedo a ningún tiempo hecho por el hombre. Tampoco de desastres naturales preparados y ocultos. Pero hay días en los que me niego a vagar por el presente, como si encontrara en él todo lo que no quería soñar en ningún futuro. Y cuando me siento en el pasado, hay gente que siempre conozco. Zeca Afonso, Fausto, Vitorino, Janita, José Mário Branco, Manuel Freire, Rão Kyao, Ary dos Santos, Carlos Paredes, Sérgio Godinho, Fernando Tordo, Adriano Correia de Oliveira, Júlio Pereira y Pedro Barroso son algunos de ellos. La intervención en todos ellos sigue gritando, espoleando, rompiendo medias verdades y haciendo de las noches lugares más cálidos, donde la gente se une escuchando las voces que cantan a la esperanza e incitan al futuro.
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