Eneia Veredas








A contrarreloj, sus zapatillas



Le gustaba instituir verdades dentro de ella.
Te hace temer el mañana.
Pensando que estaría trayendo el
tuyo de corazón.
- Le tienes miedo a la vida.

Ella no necesitó contestar, pero le dije que el miedo era
el motor necesario para que la vida fluya.  
El miedo era interno y universal.
- Lo que quieres decir es que tengo miedo 
de ver pasar la vida, corriendo, y sin saber cómo seguir el ritmo. 
Corrigió este pensamiento suyo.
Me gustaba usar zapatillas. Los necesitaba más que el reloj,
Porque la vida no te avisó con antelación. Tenía ultimátums.

-¿Me quieres? Preguntó además.
¿Estaría preparado para entender cómo se sentía?
- Te quiero, como amo el sol y el mar, los cactus y la lluvia.
Si estás hablando de asfixia, no, ¡no te estoy asfixiando!

Sacudió la cabeza en un gesto exasperado
de los que no entienden la lengua de la que hablan,
de aquellos que desconocen la existencia de un intérprete.

No preguntó más.
No necesitó usar más palabras.
Se hizo el silencio y el abismo cayó entre ellos.
Después de todo, él era el que tenía miedo 
de despertar solo en la vida.
El riesgo que corría era el de la soledad. 
Ella apuró la vida
con sus gestos y rituales. Todo tiene un tiempo.
Obedece a un tiempo interno, el suyo propio
Y esa era su filosofía, su religión. Tus zapatillas.



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