Matza Di Lourde
Morimos todos los días en invierno
Los dos mirábamos el tiempo con avidez,
con la prisa de
sabemos cómo captarlo.
Cura las heridas a tiempo para mayo.
Ambos sentados con orgullo disimulando su dolor.
Los dos nos reíamos todos los días,
confundiendo las lágrimas
con las primeras lluvias invernales.
Un silencio nos arrastró a la más fría soledad.
Áspero, doliente en brotes, en troncos que
grabado a fuego en nuestra memoria.
Silencio como si los muertos instalaran la piedra,
sacralizándola.
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