Cuando suenan las trompetas
Tengo los ojos abiertos, no me duele nada, ni las rodillas, ni las caderas, ni siquiera necesito gafas para ver. Soy un ser nuevo, no humano, que esta cosa de ser humano es ser rehén de un cuerpo que ya no necesito. Miro las flores, sus colores, el jardín siempre llega al final, a veces con una canción a juego. Ahora que nada me duele, siento que hasta podría bailar, como solía hacerlo, cuando era joven, cuando el cuerpo sin enfermedades jugaba entretenido, en el eterno juego de la vida. Las trompetas sonaron para mí y para mí, y yo que tenía miedo, yo que tenía estos sentimientos que al final no dominamos, de encontrar la vida extraña sin mí, he aquí yo, que sigo vivo,Porque sí, ahora me siento viva, ahora que no necesito nada, ya no camino sino que vuelo, el camino que no es piedra, ni tierra, ni mirar las estrellas de lejos, ni imaginar cómo me levantaré mañana se ha convertido en mí, porque camino en una dimensión donde no necesito bastones, piernas, mayor voluntad y sufrimiento para llegar a la extremaunción. Y desde el extremo en mí, solo la alegría, la libertad que es mía y el amor que es mucho más grande desde aquí, es alivio y exhortación, éxtasis y contemplación.
La vida es un sueño que tuve. Lo miro sereno, empacado, frío, helado, ausente, apático. El que está en la figura de una persona, dentro de una caja soy yo, sí, sé que lo soy, porque veo a mi familia, a mi esposa destrozada. Se enfocan en ese cuerpo y ahí no es donde estoy. Ya llegué a la salida, la libertad es mía, como por arte de magia, me han quitado los zapatos que me han dolido toda la vida, pero no me duele en absoluto, de hecho, ahora me doy cuenta, que nunca fui solo eso, que sobreviví a ese cuerpo que me agobió en la dimensión de la tierra. Estoy vivo y si hay algún término que ilustra lo que siento, se llama felicidad y libertad. Llegué a la cumbre y al fuego espiritual. Y yo, que no sabía repetir como loro lo que la iglesia me ofrecía como consuelo, no los entendía y me perdía en el pensamiento de que si dios existía tenía que ser intocable, inaccesible, como una especie de castigador, castrador y cabron. ¡Pero no! No tiene figura humana, no es corpórea, sino una bendición de luz y alegría. Si supieras de mí, como yo lo siento, no perderías una lágrima de dolor, sino que un himno de gratitud y amor saldría de ti.
Miro hacia atrás, como diciendo adiós, adiós mujer, hasta pronto, tratando de encontrar mi último consuelo para el ser humano que me acompañó en esta etapa que ya pasó, que sufre por mí y por ella, pero no me ven, concentrados como están en la caja, en ese cuerpo pesado y vestido, todo adornado.Y hasta me ponen zapatos, pero ya no necesito nada. Escucho lamentos, murmullos, un zumbido de gente, hablando entre dientes por miedo a despertarme. Los rostros se volvieron hacia abajo, presumiendo de mi dolor en este descanso. La vida terrena es, entonces, la pausa entre el nacimiento y el crecimiento del mal tiempo, el desdoblamiento sereno de los días, asociado al dolor, que es el sufrimiento que se libera cuando la paloma viene a levantarnos y nos da alas, porque yo estoy arriba, tengo que tener alas, las veo alejarse, cuando echan tierra encima de lo que era yo, pero ya no lo soy.La dimensión terrenal es estrecha, ni siquiera aprecian el panorama del proyecto más grande. Ciertamente, vivir es tener parches en los ojos, empujar la respiración a niveles inútiles de apego. Me voy sin nostalgia, no hay glorias ni torturas de este lado del cielo, salvo un amor total sin brazos, una alegría contagiosa de unión y la percepción que antes no tenía, la dimensión de libertad que es esta amplitud de amar incondicionalmente, ser totalmente, sin necesidad de agua, comida, nada. Estoy completo sin el ataúd. Y cuando la tierra brota, la savia ya se ha tragado los cuerpos moldeados, de modo que, más tarde, un segundo, un milenio, qué importa, hacer brotar gente nueva, hecha del polvo que está allí. Este cuerpo de Gaia, esta casa que abandono, este vientre fértil y generoso del que una vez saqué alimento, será el mismo que me verá llegar, más tiempo, más espacio, a otro lugar, a otra familia, a otro regazo, para volver a vivir atrapado en un cuerpo y en una dimensión terrenal. No, no lo echo de menos, mi deseo es abrazar y ser abrazada por los ángeles, por la luz que tengo en mí y no me falta nada, aquí, estoy llena. Si pudieran entenderlo y no habría nada que temer. El sufrimiento es una cosa terrenal. Que mi alma es un pájaro, y el rebaño que me esperaba, enorme.
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